El monedero

El mueble, el panel de control, el emulador y otros detalles que ya hemos explicados están muy bien, pero para tener la verdadera sensación de estar jugando a una vieja máquina recreativa es necesario llevar a cabo ese solemne ritual sin el cual nada sería igual: echar la moneda y deleitarse con el sonido mágico de la concesión de un nuevo crédito.

Por suerte, el monedero escapó al espolio de mi amigo Javi y pudo llegar hasta nuestras manos como parte del mueble. Tanto las puertas como el monedero en sí presentaban el mismo aspecto lamentable que el resto del mueble, así que tuvimos que ponernos manos a la obra para limpiarlo, lijarlo, pintarlo y darle un toque de categoría.

Cuando llegó, las puertas del monedero daban un poco de pena.
El monedero, un Azkoyen N50 de los de toda la vida, aunque configurado para euros.

Una vez desmontamos las puertas, el mueble quedaba bastante desangelado.

Mucho más fácil trabajar con las puertas y el cajón desmontados.

Con paciencia y par de pinceles, el aspecto iba mejorando considerablemente.


El botón de devolución es la única parte visible del monedero, así que tenemos que ponerlo guapo. El toque final se lo damos con la bombilla que sirve para retroiluminarlo.


Parte interior de la puerta, donde va instalado el monedero.

El botón de devolución original era bastante soso...

...así que decidimos cambiarlo por alguno más divertido.
Finalmente Inés me dejó escoger el que a mí me gustaba: el pac-man original.

Parte interior una vez instalado el monedero y el propio botón de devolución.

Nada que ver con el principio ¿eh?



La bombillita ya le dio el toque profesional.


La parte más complicada, de nuevo, viene en forma de cables, estaño y clemas. Para conseguir que el acto de echar una moneda se convierta en la concesión de una nueva partida es necesario conseguir un cable que vaya desde el monedero al puerto USB del ordenador. Por suerte, una vez más, existen multitud de tutoriales de cómo hacerlo. En esencia la cosa es así: el monedero tiene su propio cable, uno de estos planos como los que se usan para conectar los discos duros en los ordenadores, aunque más estrecho, de solo unos 10 hilos. A nosotros solo nos interesan algunos de esos hilos, que tenemos que empalmar al aparatito que usamos para el panel de control y que se encargará de traducir los pulsos enviados por el monedero en pulsaciones de un botón de joystick que el MAME sea capaz de reconocer como un nuevo crédito. Por el camino, un aparatito llamado relé, del que nunca había oído hablar, hace algún tipo de conversión, tan necesaria como desconocida para mí.

En definitiva, al igual que pasó con el panel de control, se trataba de un trabajo de artesanía que debía hacerse con mucho cuidado y paciencia. Una soldadura por aquí, una clema por acá, siguiendo los pasos detallados en el tutorial, y al cabo de un rato tenemos un cable con tres extremos: uno se conecta al monedero, otro a la fuente de alimentación del ordenador y otro al aparato del panel de control que a su vez se conectará al ordenador por el puerto USB, como ya sabemos.


Solo nos interesaban 4 hilos del cable original. El resto los ignoramos.

Esto es un relé, probablemente muy conocido por los aficionados a la electrónica.

Relé empalmado al cable original del monedero.

Resultado final, una vez hechos todos los empalmes.

Escondimos el relé y los empalmes para protegerlos de posibles tirones.


La prueba de que todo funcionaba es otro de esos momentos para recordar. Enchufamos todo, encendimos el ordenador, abrimos el diálogo de configuración del joystick del Windows y echamos la moneda para comprobar que el icono que representa uno de los botones se iluminó por un instante, dando a entener que echar una moneda equivale a pulsar ese botón. Finalmente solo tenemos que configurar el MAME para que proporcione un crédito cuando se pulse precisamente ese botón virtual.

El último paso de la parte del monedero tiene connotaciones puramente románticas. ¿Quién no recuerda el sonido de la moneda al caer al cajón del monero? Ese clin de la moneda al impactar con las demás es inolvidable y no queríamos quedarnos sin él. Viendo la dimensión del cajón de monedas de nuestra máquina, calculamos que para cubrir el fondo íbamos a tener que pedir una hipoteca, así que tuvimos una idea: usar una lata y colocarla justo debajo del monedero, de forma que las monedas cayeran a la lata. Mucho más barato cubrir el fondo de una lata de cinco centímetros de diámetro que un cajón donde podrían enterrarme el día de mañana. La idea funcionó perfectamente.


Hucha de los chinos. Ya que estamos con lo retro...

Usamos velcro para sujetar la hucha al cajón.

El sitio donde caen las monedas está desgastado, y ahí pusimos el velcro.

La lata queda en el lugar exacto donde caen las monedas.


¿Lograremos llenar el cajón algún día?

Cuando terminados de instalarlo todo y pudimos al fin echar una moneda y escuchar, al tiempo, el sonido de la moneda al caer y el sonido del juego concediéndonos una partida, supimos que ya estábamos muy cerca y que el resultado iba a superar nuestras expectativas.


1 comentario:

Javim3tal dijo...

La única razón por la que el monedero sobrevivió a mi masacre... fue porque no me estorbaba.

Que si no......