El mueble: remate final

A estas alturas de la pélicula ya lo teníamos casi todo hecho. Solo faltaban los detalles para dar al mueble el acabado que se merecía, pero antes de eso decidimos hacer el traslado. Estuvimos trabajando durante meses en el aparcamiento de mi casa, pero la ubicación definitiva de la recreativa sería la casa de Inés, a unos 20 kilómetros. Por miedo a que durante el transporte se pudiera rayar o recibir algún daño superficial, no quisimos pegar los vinilos.

El traslado fue bien (gracias de nuevo a mi padre por su ayuda). Solo hubo un pequeño desperfecto en la parte de atrás que pudo ser reparado sin problema.

Por suerte aún nos quedaba un poco de pintura negra.

Pegar el vinilo adhesivo era la parte del proceso que menos claro veía. Por mucha teoría que supiera acerca de cómo hacerlo, mi experiencia pegando vinilos de ese tamaño era casi nula, lo que me producía pesadillas en las que me lo cargaba todo y teníamos que volver a empezar desde el principio. Por suerte, contamos con la ayuda de Manu, el chico de la copistería a quien estuve dando la brasa durante semanas, que se ofreció amablemente a echarme una mano. Desde aquí tengo que agradecérselo públicamente puesto que sin él la cosa hubiera sido muy diferente.

Gracias a las pruebas previas, el vinilo encajaba a la perfección.

Manu es un tío curioso y detallista con su trabajo. Quedó perfecto.

No podía irse sin echarse una partidita, por supuesto.

El siguiente y último paso que nos quedaba por dar eran los cantos. Compramos en Leroy Merlín cuatro rollos de canto u-molding, es decir, de los que tienen forma de U.

Hicieron falta cuatro rollos como este.

También compramos una lata de pegamento y unos clavos para asegurar el canto perfectamente a la madera.

Algunas de las herramientas necesarias. Más tarde añadiríamos el secador.

Aprovechamos el pincel para dar una capa de pegamento a todo el canto.

El canto está fabricado en un plástico bastante rígido. Eso hacía muy difícil trabajar con él, sobre todos para las partes curvas de la madera. Se nos ocurrió que aplicando un poco de calor se ablandaría el plástico, haciendo la operación mucho más sencilla. Probamos con un secador, y funcionó.

Hubiera sido más fácil si no hubiera tenido sensibilidad en los dedos.

El proceso nos llevó algunas horas, pero queríamos que quedara perfecto.

Queríamos disimular los clavos de seguridad.

Para disimular en cierta medida los clavos de seguridad, bajamos al chino a comprar un bote de témpera de un color similar al canto para aplicar una gotita en la cabeza del clavo.

Ni años que hacía que yo no usaba témperas Carioca...

Nos ayudamos de un papel para pintar sobre las cabezas de los clavos.

Con cantos autoadhesivos negros rematamos los últimos detalles.

Cuando terminamos de pintar los clavos y dejamos que se secara, dimos por terminado el proceso de restauración. Fueron muchas horas, repartidas en fines de semana de muchos meses. Muchas visitas al Leroy Merlín, muchas horas leyendo foros y tutoriales (de nuevo gracias a todos los internautas que aportan su conocimiento desinteresadamente, especialmente a la comunidad de Retrovicio y Zona Arcade).

Lo logramos, teníamos la máquina en casa.


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