El mueble: restauración

Una vez superada la prueba de la pantalla, era evidente que el siguiente paso debía ser la restauración del mueble. Desde que llegó estaba pidiendo a gritos un lavado a fondo y algunos detalles más que veremos a continuación. Sin embargo, lo que se hacía más urgente era ponerle unas ruedas para poder mover con facilidad ese monstruo de 2000 kilos. Como he comentado, el centro de operaciones era una plaza de aparcamiento en un garaje comunitario. Eso nos permitía trabajar tranquilamente, con espacio y luz suficiente, pero nos obligaba a recoger todo al final del día. Por suerte, además de la plaza de aparcamiento, tenía un pequeño trastero en el que cabía la máquina.

Por lo tanto, cada jornada de trabajo había que empezar por sacar la máquina y terminar por volver a guardarla. Las ruedas se hacían necesarias, pensando además en que cuando estuviera terminada e instalada en el salón del piso de Inés, podría venir bien a la hora de tener que desplazarla para elegir el sitio conveniente, limpiar o cualquier otra cosa.

El mueble original ya venía provisto con dos ruedas, pero situadas de forma que solo tocaran el suelo cuando la máquina está inclinada unos grados. De esa forma, en su posición natural estaba apoyada sobre cuatro patas, y para desplazarla había que inclinarla, cargando con gran parte del peso, y empezar a tirar. Muy incómodo en cualquier caso.

Patas y ruedas originales.

El proceso de poner las ruedas no fue nada del otro jueves. Nos acercamos a un centro comercial, compramos cuatro ruedas que pudieran soportar el peso, y las atornillamos a las cuatro esquinas de la parte inferior del mueble. El resultado fue excelente.

Dejamos las ruedas originales también para facilitar el transporte a su ubicación definitiva.

Comienza la restauración

Una buena mañana decidimos al fin que era hora de bajar a quitar algo de mugre de la máquina. Nos armamos de unos cuantos cubos de agua, muchos trapos y todo tipo de productos químicos y nos pusimos manos a la obra.

En el garaje no hay agua, así que me tocó subir y bajar a casa varias veces.

Desmontamos la marquesina, el panel de control, las puertas delanteras del monedero y tratamos de proteger el circuito del televisor lo mejor que pudimos. La aspiramos por dentro (creo que tenía polvo de cuando los dinosaurios habitaban la Tierra) y la fregamos una y otra vez, aprovechando para eliminar restos de cables que había por todos lados.

Polvo del pleistoceno.
Desmontamos todo lo desmontable para trabajar más cómodos.

Dejamos el mueble semidesnudo.

La marquesina necesitaba un buen repaso.

Después del lavado, nos animamos a lijarla de arriba a abajo, tapar los muchos agujeros y arañazos superficiales, y darle una buena capa de pintura. Si bien la pintura no era estrictamente necesaria, puesto que nuestra idea era decorar la máquina con vinilos adhesivos, nos pareció una buena idea hacerlo porque íbamos a pasar muchas semanas trabajando con el mueble, y siempre es más cómodo si presenta un buen acabado

Convertir un taladro en lijadora es muy fácil con este adaptador.
Viendo lijar a Inés parecía que lo había hecho toda su vida.
Tapar todos los agujeros y arañazos es un ejercicio de paciencia más que otra cosa.
Parecía que no iba a terminar nunca, pero lo logramos.

Una de las puertas delanteras, la del monedero, estaba a punto de partirse, así que tuvimos que solucionarlo entablillándola con unas placas de metal. Con eso nos asegurábamos que no se iban a romper en mucho tiempo. La idea de tener que buscar una puerta de repuesto no nos hacía gracia y la posibilidad de tener que hacer una a medida, menos todavía.

¡Cuántos golpes habrá tenido que soportar esta puerta!
Lijada y con los arañazos tapados. Lista para ser pintada.
Pintura todo en uno recomendada por el tipo del Leroy Merlin.
Utensilios básicos de pintura.
Inés tiene tanto arte pintando como lijando.

Las puertas frontales también fueron debidamente limpiadas, lijadas y pintadas. En este caso, el acabado sí era importante porque no íbamos a usar vinilos adicionales.

Mientras Inés pintaba el mueble yo me encargaba de las puertas.

En las siguientes imágenes puede apreciarse claramente la mejoría que supuso la limpieza, el lijado y el pintado de las puertas delanteras.

Antes...

...y después.

Nos llevó un fin de semana, pero el domingo por la tarde ya teníamos un mueble con un aspecto mucho más joven y saludable.

La pintura dio un resultado espectacular. El negro mate quedaba precioso.

A pesar de estar medio desmontado, solo había que echarle un vistazo para darse cuenta de que la cosa marchaba.


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