El monitor

Después de la revisión, uno de nuestros mayores temores era la ausencia de monitor arcade. Contábamos con el televisor, pero el paso de adaptarlo al mueble se nos antojaba complicado. No había mucho que pudiéramos hacer en caso de que la pantalla fuera demasiado grande o el espacio en el mueble demasiado pequeño. Por lo tanto decidimos ponernos manos a la obra para intentar superar este obstáculo cuanto antes.

Para poder encajar el televisor, lo primero que hay que hacer es quitar la carcasa trasera, dejando al aire todos los circuitos. Para ello no hay más que quitar cuatro simples tornillos.

Un simple destornillador fue suficiente para quitar la carcasa.

Carcasa trasera, donde advierten lo peligroso de tocar los circuitos impresos.

Tornillos de sujeción de la carcasa trasera.

Una vez quitadas las carcasas delantera y trasera, descubrimos que el televisor se compone de la pantalla, el tubo y una gran placa llena de circuitos y chips. Esta placa quedaba anclada a la carcasa, por lo que después de quitarla queda suelta, aunque conectada mediante unos finos y cortos cables al tubo de imagen. Todo ello hacía que fuera muy incómodo manejarse, puesto que no podíamos apoyarla en ningún sitio.

La placa era como un delicado bebé que siempre tienes que llevar en brazos.

Nos horrorizaba la posibilidad de que un cable se soltara por accidente, así que tuvimos que manejarnos con el cuidado de un experto en desactivar bombas. Por fortuna, éramos dos personas, por lo que una de ellas podía seguir trabajando mientras la otra sujetaba la placa.

Para facilitar la operación de incrustar la pantalla en el mueble decidimos tumbar la máquina, cosa que hicimos sin ningún problema.

Fue fácil tumbarla, pero no tanto volver a levantarla.

Después de tumbada, quitamos la puerta trasera y comprobamos que existían varios agujeros que imaginamos sirvieron para sujetar el monitor original. Medimos la distancia entre algunos de estos agujeros y los correspondientes en la pantalla del televisor (que cuenta con cuatro placas en las esquinas como se puede apreciar en una de las imágenes) y comprobamos que eran muy aproximadas.

Agujeros de sujeción del monitor original.

Sin darle más vueltas, procedimos a acoplar la pantalla al mueble con todo el cuidado del mundo y, ¡milagrosamente!, entró a la perfección. Si el mueble hubiera sido dos milímetros más estrecho, la pantalla no hubiera podido entrar (entró rozando literalmente la madera). Además de eso, los agujeros encajaban con las placas de la pantalla. De no haber sido así, hubiéramos tenido que hacer nuevos agujeros y, teniendo en cuenta que ya había unos cuantos, que la madera estaba vieja y que el lugar era casi inaccesible para un taladro, la cosa se hubiera complicado un montón. Además, no olvidemos que teníamos que manejar la pesadísima pantalla con extremo cuidado porque la placa seguía estando suelta y conectada con unos cuantos cables, por lo que nuestros movimientos tenían que ser suaves y acompasados.

¡Los tornillos encajaban!

La tabla nos vino genial para sujetar el circuito impreso.

En definitiva, la pantalla entró y pudimos atornillarla (operación que nos llevó horas por lo inaccesible del lugar y la falta de herramientas especializadas). También pudimos apoyar y atornillar el circuito la madera que originalmente se usaba para sujetar la placa JAMMA del juego. Después de más de una hora de tensión, el monitor ya estaba en su sitio.

Parecía que el mueble estaba hecho a medida del televisor.

Aspecto de la pantalla una vez atornillada.

Todo iba bien, pero cuando tratamos de volver a poner la puerta trasera, descubrimos que el tubo de imagen sobresalía, impidiendo a la puerta cerrarse correctamente. No eran más que un par de centímetros, pero tratándose de un circuito tan delicado, no teníamos la opción de forzarlo de ninguna manera.

La máquina no tenía suficiente fondo para el tubo de imagen.

La solución que se nos ocurrió fue la de hacer un agujero a la puerta trasera para dejar pasar el circuito. Nos hicimos con una sierra de calar, y después de algunas medidas más o menos exactas, hicimos el hueco suficiente.



Todo aficionado a Bricomanía siempre ha querido usar una sierra de calar.

Era la primera vez que usaba una sierra de calar, ¿vale?

El truco había funcionado, pero ahora nos encontrábamos con el que circuito quedaba muy expuesto, lo cual resultaba peligroso porque podía recibir un golpe y estropearse y también por el gran voltaje con que trabajan estos cacharros. Un mal contacto con el circuito puede dejarte en el sitio (o eso dicen por ahí). La solución temporal, mientras se nos ocurría algo mejor, fue recurrir a la tecnología punta: una fiambrera.

La mejor y más robusta fiambrera que tenía en casa.

No olvidemos que se trabaja de una solución temporal y por seguridad.

En definitiva, chapuzas aparte, después de algunas horas de trabajo, repartidas en varios días, conseguimos superar uno de los puntos más complicados que se nos presentaban a priori. Ya teníamos el televisor perfectamente encajado en el mueble. En ese momento caímos en la cuenta de que ni siquiera nos habíamos molestado en probar si funcionaba el televisor. Ahora era un buen momento.

¡Funciona!

Para comprobar que el euroconector estaba en buen estado, me bajé una vieja Play Station 2 (por cierto Sergio, a ver si te la devuelvo un día de estos).

Nada como un partidito de Pro Evolution Soccer para poner la guinda.

Tras una operación a corazón abierto, la vieja Video Selection había vuelto a la vida. Aunque esto no era más que el principio...


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